Nepal

N e p a l

En 2007 realizamos con Mariana, una de mis hijas, un viaje a Nepal. Como fotógrafo aficionado, dedicado a lo largo de muchos años a la fotografía de paisajes, esperaba poder hacer fotos de sus montañas, la cordillera del Himalaya, y su entorno natural.Por tal razón, estaba programado un trekking de varios días a la región del cerro Annapurna, primera montaña de más 8000 metros de altura escalada por el hombre y cuya ascensión fuera relatada por Maurice Herzog en “Annapurna: primer ocho mil”, libro que leí apasionadamente en mi juventud.  

Pronto, las expectativas de fotografiar los Himalayas y sus paisajes se vieron totalmente frustradas por las condiciones climáticas adversas. Cuando llegamos a los puntos seleccionados para avistar las montañas, y durante la mayor parte del trekking que hicimos en las estribaciones del Annapurna, el cielo permaneció nublado e incluso llovió copiosamente. En contadas ocasiones las enormes montañas se dejaron ver.

Sin embargo, la actitud amistosa y la calidez de la gente, el colorido intenso de los vestidos y la riqueza cultural, atraparon mi atención desde el primer momento. Fue así que la fotografía de las actividades humanas, tanto en el ámbito urbano como en el rural, reemplazó en gran mediada al paisaje durante la mayor parte del tiempo.

Tal vez los aspectos fundamentales y que se perciben más nítidamente en la vida cotidiana nepalí, podrían sintetizarse en tres rasgos principales: en primer lugar, la profunda espiritualidad de su pueblo junto a una enorme tolerancia religiosa entre las dos religiones o creencias más importantes del país, el hinduismo y el budismo. En segundo lugar, la intensa actividad diaria que se despliega en las calles, tales como el comercio, los oficios, el lavado de ropa y vajilla y hasta la higiene personal. Por último, la participación predominante de la mujer en la mayor parte de las actividades productivas, incluido el trabajo rural.

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