Este proyecto comenzó hacia fines de 2016 como un intento de combinar la fotografía de paisajes con los hermosos cielos estrellados de las regiones con poca o nula contaminación lumínica.

En un principio no resultó fácil, principalmente por la falta de elementales conocimientos astronómicos, especialmente referidos a en que parte del cielo y cuando podría combinar un paisaje andino con el arco de la Vía Láctea, nuestra galaxia.

Con un poco de estudio y la enorme ayuda de un app (Photopills), las cosas se fueron tornando más fáciles y los cielos empezaron a contarme su historia. O más bien, yo empecé  a comprender un poco de la historia que me estaba contando el “universo”.

Pronto aprendí a reconocer algunas constelaciones, los planetas visibles a ojo desnudo, el centro galáctico y, oh maravilla, un par de galaxias más allá de los confines de la Vía Láctea, visibles hacia el sur; las conocidas como Nubes de Magallanes.

Siguieron lecturas intensas de astrofísica, sobre el origen del universo, la formación, vida y muerte de las estrellas y el origen de todos los elementos que componen las galaxias, las estrellas, nuestro planeta y hasta nosotros mismos. Me conmovió, y me sigue conmoviendo, saber que simplemente “somos polvo de estrellas”. Tal como lo dice el título de un hermoso libro sobre el origen del cosmos de José María Maza Sancho (Ed. Planeta, 2017).